• Opinión

Historias de un pollero

  • Erika Nieto
Los convocados son principalmente hombres de entre 20 y 50 años.

La semana pasada en las calles de una colonia de esta capital poblana se escuchó una convocatoria, una invitación como las que se dan en muchos rincones de nuestro país durante todos los días del año, el protagonista era un ciudadano mexicano pero con una larga historia como migrante y que desde hace algunos años se dedica a ser “pollero”.

La conversación se desarrolla en la calle, afuera de la tienda de la esquina mientras se toma un refresco, y bajo la premisa de que no le gusta viajar solo, este personaje, invita a los vecinos que rodean su negocio, una tienda de películas y videos, a acompañarlo en su viaje al estado de Maryland, haciendo una escala de una semana en el estado de California.

El viaje promete ser largo pues la llegada inicial, según su plan, es a Tijuana, Baja California, posteriormente el acceso a los Estados Unidos es por la comunidad de San Ysidro, después de atravesar el Río Bravo, que por esta época según el coyote, se cruza caminando pues el caudal llega a la altura del ombligo de una persona con estatura promedio.

También el ofrecimiento es caminar por dos días hasta llegar a las camionetas que trasladarán a los acompañantes del pollero hasta Orange County.

Quien lo escucha y sufre del desempleo que prevalece actualmente en la entidad o que su negocio no tiene las ventas esperadas, pone atención cuando escucha de la cantidad de dólares (entre 5 y 10 dólares por hora) que puede obtener en el trabajo que les ofrece durante la pisca de naranja, limón, toronja, jitomate y zanahoria durante su estancia de algunos días en el Condado de Orange, en el estado de California.

Los convocados por este “coyote” son principalmente hombres de una edad mediana, entre 20 y 50 años ya que tienen la fortaleza necesaria para sobreponerse a los embates de la naturaleza en un viaje que requiere de un gran esfuerzo físico y mental para no ser descubierto por las patrullas fronterizas, sobre todo al ser San Ysidro, California, una de los tramos fronterizos más transitados hacía Estados Unidos, tanto legal como ilegalmente.

Coyotes con “Green card”

El coyote asegura a sus invitados que tiene muchos años de ir y venir al vecino país del norte y que ya cuenta con documentación que lo acredita como trabajador temporal, es decir, ya cuenta con su “Green card” así como con el conocimiento necesario para encontrar trabajo para quien lo acompaña.

La “Green card” o tarjeta verde es un documento de identidad para trabajadores migrantes otorgada por la autoridad migratoria a través de las oficinas de la “homeland security” y que incluye la posibilidad de ser un residente permanente a través de diferentes formas, una de ellas es la empresa en la que se desempeñe el trabajador.

Pareciera que estos argumentos ayudan a convencer a algunos de sus escuchas, sin embargo no se sabe cuántos de ellos reflexionaron junto con su familia ya en su casa, la posibilidad de que un viaje a Estados Unidos como trabajador ilegal mejore su calidad de vida mucho más rápido que el tiempo que puede llevarles encontrar un buen trabajo aquí, en Puebla.

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