• Opinión

A Trece años de aquel martes 11 de septiembre, la caída de los hermanos

Los meses que siguieron al atentado del 11 de Septiembre, fueron de incertidumbre económica en las regiones expulsoras de migrantes

Era la mañana del 11 de septiembre del 2001, minutos antes de las 9:00 todo parecía normal, la gran mayoría de la gente del campo ya tenía avanzada su jornada, los profesores y alumnos tenían escasas decenas de minutos de haber iniciado las clases, el cura del pueblo se preparaba a tomar su tradicional chocolate espumoso y de manera repentina, las agujas del reloj de la parroquia del pueblo, se paralizaron, volaron las palomas de manera abrupta, se hizo un silencio sepulcral,  como presagio de un obscuro acontecimiento que cambiaría el ritmo de vida; de aquel poblado, de aquella región, de nuestro estado, del país, vamos pues, del mundo entero.

El vuelo 11 de American Airlines, que había salido de la ciudad de Boston con destino a Los Ángeles, California, fue secuestrado por un comando terrorista de Al Qaeda y estrellado, a las 8:46 a.m. en la torre norte del World Trade Center de la ciudad de Nueva York. Minutos después el avión con vuelo 175 de United Airlines fue impactado en la torre sur, provocando el derrumbe de las torres en las dos horas siguientes.

Las imágenes proyectadas por las cadenas televisivas eran aterradoras,  personas arrojándose por las ventanas para no ser alcanzadas por el fuego, cuerpos cayendo cual hojas de un árbol en el otoño, ríos de seres humanos corriendo de manera desesperada, buscando el refugio que los protegiera del peor ataque terrorista  que había sufrido el país vecino del norte.

Al ver aquellas escenas, lo primero que pensaron los familiares de los migrantes: ¿todos estarán bien? Los padres pensaban en sus hijos, los tíos en sus sobrinos, los abuelos en sus nietos, los padrinos en sus ahijados, los hermanos  en sus hermanos. Las redes telefónicas colapsaron, no entraban ni salían llamadas hasta ya pasado el mediodía, esas horas fueron de angustia ácida, esa que carcome hasta el último tejido del corazón.

Historias de migrantes que sufrieron ese atentado en carne viva; miles. Migrantes poblanos fallecidos; tres hermanos caídos; Antonio Meléndez oriundo de Izúcar de Matamoros,  Antonio Javier Álvarez quien era originario de Cuayuca de Andrade y Leobardo López Pascual quien salió de San Pablo Anicano buscando el sueño americano.

Los meses que siguieron al atentado del 11S, fueron de incertidumbre económica en las regiones expulsoras de migrantes, en especial la zona de la mixteca poblana, los migrantes vieron disminuidas sus jornadas laborales, originando una merma en  las remesas enviadas, el consumo local tuvo una severa caída, los proyectos de construcción de vivienda vinieron a menos, afectando al comercio local.

A raíz de ese lamentable episodio, ya nada fue igual, el gobierno de Estados Unidos y sus aliados adoptaron la estrategia denominada Guerra contra el terrorismo.

Han transcurrido 13 años del atentado al corazón financiero del mundo, las consecuencias todavía las padecemos, las políticas antiinmigrantes se recrudecieron, al disminuir el ritmo de envío de remesas a nuestro país  el crimen organizado sentó sus reales, en los dos sexenios anteriores,   afectando el tejido social,  en Centroamérica  generó la crisis de los menores de edad no acompañados que viajan hacia Estados Unidos.

Al recordar este lamentable suceso, sirva de reflexión para los diferentes niveles de gobierno, respondiendo;  ¿qué han hecho para generar arraigo y desarrollo humano en las principales zonas expulsoras de migrantes? ¿Están atendiendo las demandas de los connacionales que tuvieron que emigrar en las oficinas de representación gubernamental, tanto federal como estatal? ¿Los ayuntamientos están prestos a aplicar políticas públicas que generen la confianza de los migrantes y sus familias?

Tags: 

municipios_interiores: 

Encuesta

¿Usted ha recibido apoyos del gobierno del estado en el último mes?