Asociación libre: Prohibido desobedecer la ley

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A quienes caminan por el centro de Puebla les llama la atención que las rutas ciclistas de algunas calles están separadas por unos pesados mazacotes de concreto que ocupan parte de la calle y ponen en riesgo tanto a ciclistas como a automovilistas. ¿Por qué no indicar los carriles para ciclistas con una simple línea pintada sobre el pavimento?

-No sea usted ingenuo, amigo. Nadie las respetaría.

A eso se refiere mi pregunta. Por qué los automovilistas poblanos no respetarían una línea blanca que dijera “Exclusivo para ciclistas”. Mi respuesta es que las únicas leyes que respetan, y eso a regañadientes, son las leyes de la física. Si invades la ciclovía, chocas con el mazacote.

-Ah, entonces sí respeto la ley.

¿Qué se puede hacer para que los automovilistas no se estacionen sobre la banqueta? Pues impedirlo con postes de metal rellenos de concreto y a ver quién se sube a la banqueta.

Las restricciones físicas como topes, cadenas, postes y rejas son, al parecer, la única manera de hacer cumplir la ley.

-¿Dice que hay que educar a los niños en la ciudadanía? No sea usted ingenuo, amigo.

A juzgar por lo que se ve en las escuelas, los niños, -y las niñas, claro- aprenden desde la más tierna infancia que donde no hay reja, sí se puede pasar. Las escuelas parecen cárceles.  Créame, una visita a la cárcel no es muy diferente a una visita a cualquier escuela. Una reja divide el patio de secundaria del de primaria. Otra reja protege la zona de maestros. Otra divide el salón de las niñas del de los niños. Los padres de familia son tratados también como alumnos-presidiarios: su reja se abre sólo de 12:00 a 12:15 y si no recogen a sus niños en ese lapso deben pasar a la dirección y aguantar un regaño. Ni intente usted abrir una puerta que está cerrada porque viene un guardia, o un maestro, a llamarle la atención. Cuando los chiquilines crezcan y aprendan a manejar por Puebla, se estacionarán el lugar prohibido, invadirán las ciclovías, y se subirán a cualquier banqueta que no tenga barrera física que se los impida.

Nadie confía, con justa razón en la civilidad de los habitantes y de las autoridades de esta ciudad de los Ángeles. La ciclovía de la 25 oriente-poniente fue un ejemplo de civilidad. Pintaron una raya en el carril derecho, prohibieron estacionarse, y pusieron unos lindos símbolos de bicicletas. Como se afectaron los negocios y no pusieron mazacotes de cemento, y como no hay suficientes policías para forzar el cumplimiento de la ley, pues ya no hay ciclovía. Nadie respetó la ley porque a nadie le convenía, excepto a los ciclistas, que son una proporción despreciable frente a tanto automovilista y camionero.

En cierta ocasión un habitante de Cholula, después de pasar veinte o treinta topes, pronunció con estoicismo estas conmovedoras palabras: “Los topes son un mal necesario”. Tal vez tenga razón. Lo extraño es que hay ciudades en otros estados, en otros países, en otros mundos posibles, en las que no se encuentra un sólo tope.

Twitter @memohinojosa